El periodo crítico de re-convivencia

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Llega la navidad y con ella vuelve el turrón, las naranjas, la lotería... y los hijos pródigos de este país, pues hacemos lo propio!

También vuelves en junio y en agosto, pero no, en navidad es como que mejor. Tus padres, abrumados por la felicidad, te van a buscar al aeropuerto, a la estación o a la Conchinchina si hace falta. Te traen a tu (su) casita, decorada con todos esos adornos y el árbol de navidad. Entras a tu habitación y la encuentras más ordenada de lo que jamás estuvo cuando tú vivías en ella. Continuando y concluyendo: recibimiento propio de un hotel de 5 estrellas. Pero qué digo? Mejor! Porque nada más llegar se acerca la chef jefa para discutir contigo el menú de todas las fiestas. 

Así comienza la re-convivencia, con la familia congregada alrededor del hogar, cantando villancicos al son de la guitarra, como en los viejos tiempos. Entrañable. Idílico. Podríamos inspirar al mismísimo Murillo. Nos faltan el buey y la mula!

Llega la hora de la cena. Para acompañar a la selección de delicatessen preparada por tu madre, todo "made in Spain" (concretamente en la huerta de enfrente de la casa), tu padre elige una peli del oeste de Clint Eastwood. Qué gracioso el Eastwood hablando en castellano!

Durante los primeros días de la re-convivencia observas un curioso fenómeno paranormal por el cual tus calcetines desaparecen de donde los dejes y aparecen mágicamente dobladitos en el cajón de los calcetines (que poco o nada tiene que ver con el de Polanski) oliendo a brisa marina.

Estás tan abrumada que casi no le das importancia la primera vez que tienes que registrar la casa entera en busca de tus calcetines de deporte, que eventualmente aparecen en el cajón de tu hermano, cuyo pie es cinco números mayor que el tuyo. La magia, es lo que tiene! Pero no pasa nada porque es navidad y lo importante es que ya tienes los calcetines y te puedes ir a correr por el campo, lujazo donde los haya.

Así, uno tras otro, se van sucediendo los días: uno, dos, tres, nochebuena, navidad, seis, siete...

Estás tan metida en esta dinámica de lo idílico que te pilla del todo descolocada el día que te despiertas de la siesta a golpe de acordes, cortesía de tu hermano con la maldita guitarrica. Joder, como en los viejos tiempos! Decides salir de allí pero no encuentras tus zapatillas porque el duende mágico ha decidido que era hora de lavarlas (!·$%#"?? ) y sales descalza intentando buscar un recodo de paz. Pasas por el salón donde tu padre, que no se cansa, sigue viendo otra peli del oeste, que yo me pregunto, es que ese canal no tiene otra cosa? Depués de todos estos días el acento de Clint Eastwood en castellano ya me parece de todo menos gracioso. En tu intento por escapar buscas las llaves del coche, pero no están en su sitio (porque sí, las llaves del coche tienen un sitio y deben de estar ahí, en SU sitio), así que sales a perderte en la huerta, sin más.

Allí, entre las habas y las lechugas te das cuenta de que, efectivamente, has alcanzado el periodo crítico de re-convivencia.

Y tú? Cuál es tu periodo crítico de re-convivencia?

Pesadilla antes de navidad


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A día de hoy, dos son los vuelos que ha perdido servidora. El primero fue hace un par de años en Madrid y el segundo, ahora mismo.

Rebobinemos seis horas. Servidora sale de casa feliz y contenta porque es navidad y se va a casa con mama que le hace paella rica, rica. Se dirige a la estación donde cogerá un autobús que la llevará al aeropuerto. Hasta aquí bien, la primera parte del plan se ha cumplido a la perfección.

Ya en el autobús procedo al ritual de lectura que me sumirá en un letargo, que normalmente durará hasta que abran al puerta y entre el frío mortal alemán. Sin embargo esta vez el letargo se ve interrumpido mucho antes, al poco de entrar en la autovía. Un atasco de aquí a Parla! Avanzamos poco a poco hasta que por fin adelantamos el “accidente” que ha causado todo este follón.

Escribo “accidente” y no accidente porque en Alemania son dos cosas distintas. Un “accidente” es lo que en España llamamos besito. En España le das, sin querer, un besito al coche de delante, bajáis los dos conductores, miráis que no ha pasado nada y hala, cada mochuelo a su olivo. En Alemania bajan los dos conductores, miran que no ha pasado nada y acto seguido inmovilizan la autovía, la ciudad y el país si hace falta, hasta que venga el CSI a analizar las pruebas.

En fin, que un besito alemán de éstos causa el primer retraso de la jornada.

Una vez pasado el atasco, la ruta se presenta limpia y esperanzadora. Todo apunta a que llegaré a tiempo hasta que, a unos tres kilómetros del aeropuerto, el autobús empieza a hacer un ruidito poco alentador. Pálidos, los pasajeros nos miramos unos a otros con la expresión del que se teme lo peor. En efecto, en cuestión de segundos, se para el autobús.

Pasada la sorpresa y confusión inicial, comienza la marimorena. Aaaaahhhhh! Una jungla de voces en todos los idiomas. Que ha pasado? Se ha roto el autobús? Cree usted que llegaremos a tiempo? Entre el guirigay alcanzo a escuchar a otro español que desesperadamente grita al conductor: “trata de arrancarlo, Karl, trata de arrancarlo!!!”. Pero no, Karl no arranca el autobús y desde allí ve servidora salir, puntual, su avión rumbo a la paella.

En una maniobra sin precedentes, la compañía de autobús consigue traernos al aeropuerto, desde donde escribo, dos horas después de la salida de mi vuelo. No estoy despotricando cual bestia parda gracias a que se han apiadado de nosotros y, tras el testimonio de los del autobús, nos han colocado en un vuelo que sale en otras tres horas.

En fin, ya estará fría, pero le he dicho a mi madre que me guarde la paella para la cena.



Manda huevos!


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Polanksi llega a casa. Tras abrir la puerta, salta su bolsa de deporte que cuidadosamente dejó en ese mismo lugar el día anterior, esquiva las cajas con la ropa de invierno, que aún no ha tenido tiempo de bajar al sótano y deja la mochila en el suelo, junto a la maleta del fin de semana anterior aún sin deshacer.

Entonces se dirige a donde recuerdo estaba el sofá, lo desentierra de debajo de esa montaña de ropa de invierno que antes estaba en las cajas y aún no está en el armario, saca la tablet y se pone a hacer sus cosas.

Así, sin inmutarse, sin mostrar estupor alguno.

Pero luego vas tú y se te ocurre meter en la lavadora su ropa de deporte junto con el resto de ropa:

-       No, no… es que no me gusta mezclar la ropa de deporte con el resto
-       Por qué?
-       Porque la de deporte huele mal
-       Pues por eso la estamos metiendo en la lavadora, para que huela bien…
-       Sí, sí, pero por separado

Manda huevos! Mi (nuestro) salón se asemeja al campo de batalla de Braveheart (después de la batalla, se entiende) y no es un problema, pero ay de ti si metes el calcetín de deporte en la mundanal colada!

Pero espérate que aún no ha acabado la criatura. Eventualmente, se levanta del sofá rumbo a la nevera. Empieza a hacerse un bocadillo. Atónita, veo cómo echa mano de mi preciado aceite de oliva:

-       Polanski, seguro que no prefieres esa mantequilla rica que me obligaste a comprar? Con omega 3 y todo…
-       No, el jamón serrano me gusta más con aceite de oliva de “elmacera”

O sea, que vas tú al súper a comprar la mantequilla esa chunga que te pide porque él “es más de mantequilla”, que si me pillan los parroquianos me echan de la liga de mus, y luego va él y hala, a tirar de aceite de “elmacera”.

En fin, supongo que de ésto último no le puedo culpar, si es que no cuesta nada acostumbrarse a lo bueno… Si no dímelo a mi, que desde que llegó Polanski no he vuelto a limpiar el baño, ni pasar la aspiradora, ni subir la compra, ni tender la ropa... vamos, lo que se considera un reparto equitativo de las tareas.

Qué viva la convivencia!


El equipo "B"


Pero que maleducada soy! Dos meses por aquí y aún no he tenido la decencia de presentar a mis compis de curro, ese equipo “B” con el que lidio cada día, ese dream team que en mi cabeza adquiere más bien la forma de los Parchís en su versión treinta-cincuentañera: cuatro colores y un dado.

Vayamos con las presentaciones.

Sin duda el color rojo sería para Komander, no porque es el jefe, sino por ser el color que adquiere su cara cuando “educadamente” nos indica lo mal que una vez más lo hemos hecho todo. Está al frente de (más que cuestionablemente) los éxitos y (no tan cuestionablemente) los fracasos del equipo. Le encantan los meetings y si por el fuera no haría otra cosa en todo el día. Pasará por encima de ti por muy en puente que estés y no dudará en matar(te) y contarse 20.

Con el blanco tendríamos a Prudencio, tanto por su cualidad de cándido, neutro e imparcial como por su cualidad de dado. Lo peor que le puede pasar jamás a Prudencio es que alguien le pida que tome una decisión. Un poco el Pocahontas de la oficina. Defensor de la paz y la armonía del equipo. Prudencio trabajaría boca abajo colgao de un árbol en invierno con tal de no discutir.

Con el verde tenemos a la Chefin, la que realmente corta el bacalao. El verde es su color porque es la gran esperanza del equipo. Fiel aliada de servidora en sus maquiavélicos planes contra Komander. Una estratega nata. Como ya sabéis, en todo equipo hay un crack y, fuera de toda duda razonable, Chefin es la crack de este equipo.

A Yusles, el inútil del grupo, le daríamos el azul, como el mar, porque va y viene, y sube y baja, y siempre está ahí, en su infinita calma, como si nada. Objeto de mis estudios y mi fascinación. Se podría escribir tomos y tomos sobre él (que de hecho, como sabéis, es una de mis ocupaciones). No adelanto más. Todo sobre él y el resto de Yusles del resto de curros, en la Guía del inútil.

Por último, nos queda el amarillo, que será el color de servidora. No porque sea mi color favorito…, sino porque es el color del limón, que también es ácido. 


La Guía del Inútil

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A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de trabajar con mentes brillantes y auténticos fuera de serie. Compañeros a los que he tenido como referencia, cuyos pasos siempre he intentado seguir. Profesionales como la copa de un pino, de los que tanto quiero aprender.

ERROR!

Más escurridizo, incluso a veces inadvertido, nuestro amigo el inútil también siempre ha estado ahí. El futuro, señores. Me ha costado entenderlo, pero ahora lo veo como agua clara: el gran privilegiado en la biosfera de la oficina es, sin duda alguna, nuestro amigo “Yusles”.

Uno pensaría que la mejor vida siempre es la del jefe. De nuevo, “error”. Yusles llega al curro cuando llega, se va igualmente, cuando le parece. Que llega tarde a un meeting, no pasa nada. Es más, si ni siquiera aparece, tampoco. No tiene que preocuparle cómo escribir un parte porque, sorpresa, nunca le van a pedir que escriba uno. A cuerpo de rey, vamos!

El atento lector me preguntará ahora: “entonces, por qué no somos todos inútiles?” Ay, ni que fuese tan sencillo! Lo mejor para ser inútil, al igual que millonario, es nacer. El inútil nato siempre será superior en todos los aspectos. No debemos aspirar a alcanzarles porque, insisto, es inútil. Sin embargo, en estos nueve años en los que he podido estudiar a Yusles en su hábitat natural, he aprendido que el sujeto en si desarrolla ciertas pautas según la circunstancia en la que se encuentre.

Entusiasmada por los descubrimientos intenté documentarme, busqué desesperadamente literatura al respecto, consulté todas las publicaciones que encontré en la red…, pero nada. Hasta ahora nadie parece haberse interesado por el tema. Así pues, he decidido tomar la iniciativa y presentar aquí capítulo a capítulo, mi obra maestra, resultado de nueve años de intensa investigación:

La Guía del Inútil [GDI]


El mundo está a punto de cambiar...

Polanski


Desde hace unas semanas Polanski es co-arrendatario de estos 48 metros cuadrados en los que tan a mis anchas me he sentido. No es que ahora no me sienta a mis anchas…sí, pero la mitad de anchas! Porque si lo piensas, 48 entre dos tocamos a 24 metros cuadrados cada uno que, echando la vista atrás es casi como en mi piso de estudiantes. Vamos, que he vuelto a la universidad.

Pero bueno, al menos la criatura se está adaptando bien a la disciplina cuasi-militar que se aplica en mi, digo, “nuestro” piso. Por ejemplo, sin mostrar clemencia alguna me he impuesto y le he prohibido (sí, prohibido!) tajantemente que guarde la bolsa de muesli sin ponerle una pinza. En ello está y la verdad es que progresa adecuadamente… aunque alguna vez se haya desviado del procedimiento y mi, digo, “nuestra” cocina haya acabado cubierta por esa capa de muesli tan fácil de limpiar…

Luego está el cajón de los calcetines: ésta es una batalla que voy perdiendo, por ahora. El cajón de los calcetines de Polanski es una marea de azúl, marrón y negro (sí, al menos no hay rosa). Si metieses la mano en ese cajón y sacases dos calcetines iguales, estarías presenciando un milagro.


La mudanza


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De haber empezado por el principio, hubiese comenzado por explicar esa gran aventura que fue mi mudanza.…Pero es que, solo de pensarlo, me agoto.

Ya me lo avisaron. Todos. “Mira que encontrar piso en la capital bávara esta jarto complicao”. Pero servidora, que no se deja apabullar por exageraciones y voz pópuli, urdió un astuto e infalible plan: “me cojo  un piso de esos que se cogen por meses y con tres meses malo será que no encuentre na”.

Ay madre del supremo! Que poco me imaginaba yo la que se me venía encima!!! Encontrar piso en Munich, no es que sea difícil no, es que roza lo imposible!!

Os explico como funciona, para los que hayáis tenido la suerte de no experimentarlo: en Munich el 99.99% de los pisos va por inmobiliaria. El de la inmobiliaria, en esa labor extenuante que realiza, cuelga un anuncio en internet, se va a por un café y cuando vuelve lo descuelga. En esos diez minutos ha recibido 157 solicitudes. Empieza a abrir emails hasta que tiene a diez candidatos que ganan lo suficiente como para ser dignos del piso en cuestión (aunque sea un zulo). Los otros 131 emails los elimina.

Con los diez elegidos queda el martes a las 14:00 para ver el piso. No hay negociación. Si no puedes te jodes. “Es que tengo que trabajar”. Te jodes. “Es que ese día estoy fuera”. Te jodes. “Es que… “.Pi, pi, pi, pi.

De los diez elige a uno y ya está. Fin de su función. Zaskatraska, un riñón pal de la inmobiliaria.

Esto significa que, si quieres triunfar, tienes que estar a tiempo completo delante del ordenador dándole a refrescar a la página de los pisos. Si aparece algo que se adapta a lo que buscas, ni lo leas, dale a “Enviar solicitud”, ya tendrás tiempo de leerlo más tarde. Acto seguido, llama…. por si suena la flauta y te cogen el teléfono.

Empiezas tiquismiquis: es que éste no tiene ventanas, es que éste no tiene agua corriente, es que a éste le falta una pared, es que éste tiene la bañera en el salón…. Pero después de un mes de búsqueda, qué le falta una pared? Eso lo arreglo yo con hueveras de cartón y listo!!!

Tres meses duró mi odisea! Hasta que por fin, al borde de lo verosímil, un día, cuando ya había perdido la fe, la calma y la esperanza, aparecieron esos 48 metros cuadrados que decían que me querían! a mi!!. Un palacio me pareció aquello dadas las circunstancias.

Y así se asentó servidora. No me mueven ni a pedradas de este piso.

Komander


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Mi Komander es un tío super organizao. Es más, hiperorganizao diría yo. Allá donde va siempre lleva alguna agenda: o la tablet, o el smartphone, o el laptop del curro, o el suyo. Siempre. Eso sí, cada uno con su servidor, todos distintos y todos sincronizados. Que si no sería muy sencillo. Yo estoy segura de que cuando le suena el despertador se le enciende la cafetera, que seguro que también está sincronizada.

Eso sí, a las reuniones no llega. “Dramatización” de lo sucedido esta misma mañana:

-       (riiing, riiiing) Komander, que estamos aquí esperándote.
-       Esperándome?
-       Sí, el meeting. Te acuerdas que te mandé la invitación?
-       Uhm, que raro, no me aparece en el calendario….
-       Vaya. Puedes venir aún. Y por favor, te traes la lista de entidades.
-       Ah, es verdad! Que tenía que prepararla…
-       Déjame adivinar, se te ha desacompasado el recordatorio de la tablet, a que sí?

Yo no es que sea un ejemplo a seguir, pero oye, mi  “sofisticado” sistema organizativo rara vez me falla. Consta de tres elementos:
·           Calendario
·           Post-its
·           Cerebro
 siendo este último el encargado de dirigir mis órganos visuales hacia los otros dos.

Lo admito, no es cool ni hightech…, pero a los meetings, llego.

El tráfico de aceite


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Nueve años en el “exilio” dan para mucho. Dicen que la necesidad hace maestros y aquí necesidad hay mucha: de jamón serrano, lomo ibérico, chorizo, salchichón, aceite de oliva (de almazara, por supuesto), turrón,… hasta si me apuras de atún en lata, que de verdad que es que no sabe igual!

Al principio pues hacía lo que todos: una vez me traía esto, otra vez aquello, intentando siempre no violar los sagrados límites del peso de equipaje.

Con el tiempo, me he ido perfeccionando. Ahora ya viajo a España directamente con las maletas vacías, que el día menos pensado voy a levantar sospechas en el aeropuerto y vendrán a preguntarme que qué estoy tramando. Esto implica que tengo que tener todo reduplicado en casa de mis padres: cepillo de dientes, pijama, ropa para toda la semana (es decir, toda esa ropa que ya ni me viene pero insisto en conservar), un par de zapatillas, desodorante… que no queremos malgastar espacio de aceite con desodorante!

Cuando llego allí ya mi madre suele tener un buen surtidito preparado para que se lleve la niña-ay-pobrecita a la Germania. Paso primero y más importante: decide que es lo esencial para ti, porque eso será lo que viaje en el equipaje de mano, que luego las maletas se pierden, “dónde está mi jamón?”, “no sé de qué me estás hablando”… en fin, ya sabemos cómo va la historia. Sé que elegir entre el jamón y el queso manchego es un poco como elegir entre papa y mama, pero todos sabemos a quién elegiríamos. Yo, jamón. Siempre.

Entonces y solo entonces empieza el arte del tetris aplicado al equipaje. Es un proceso iterativo: encajas bienes en la maleta, cierras, pesas, pones o quitas, cierras, pesas… y así hasta que converja. Si bien es cierto que lo suyo es llegar al límite sin pasarse, yo normalmente tiro a pasarme. Que por qué? Muy sencillo: porque todos tenemos un buen día de vez en cuando, incluido el personal del mostrador de facturación… y mira que si fuese el caso y te dejan pasar, digamos, cinco quilitos más? A servidora señores, le ha pasado. También es cierto que más de una vez me han dicho que “ni de coña”, en cuyo caso abro la maleta, saco el hatillo-auxiliar-por-si-las-moscas, se lo doy a mis padres para que lo disfruten “a mi salud” y santas pascuas.

Para que veáis que a veces cuela, he aquí el más grandioso ejemplo que jamás he experimentado: 28 de diciembre de 2011, servidora levanta como buenamente puede el maletón lleno de naranjas y lo deja caer sobre la cinta, a la vez que se apresura a indicar: “ventanilla por favor”. Sin levantar la vista del ordenador, aquel maravilloso trabajador anónimo contesta: “voy a hacer como que no veo lo que pesa esa maleta”, y me da mi tarjeta de embarque mientras la cinta engulle los 32 kilos de maletón.

No lo pude evitar, abrí la maleta de mano, también a rebosar de naranjas, y le di una. Porque el que siembra, recoge.



A los puristas del idioma


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A mis queridos amigos los puristas de la lengua cervantina, desde ya os digo: tenéis razón.

Si bien hubo tiempos mejores, reconozco que nunca merecí un sillón de la RAE. Desde luego la expatriación no ha ayudado y el popurrí idiomático en el que vivo, tampoco.

Así pues, pido disculpas de antemano por todos esos diacríticos ausentes, por los errores en el uso de los signos de puntuación, por los pronombres demostrativos que pueda acentuar como adjetivos y por las demás aberraciones de las que ni yo ni el autocorrector somos conscientes.

Prometo en cualquier caso ir mejorando con la práctica. Para ello cuento con una gran herramienta en mi mesilla de noche: mi libro de lengua castellana de octavo de EGB.

Ahora bien, no pido perdón por todas esas exclamaciones e interrogaciones que cierro sin haber abierto antes (excepto en el primer post, para quedar bien). Tampoco por el uso indiscriminado de anglicismos. Está mal? Sí. Pero en la república independiente de mi blog no se abren interrogaciones, que para eso ya está la vida.




El curro


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Con éste ya son 3 los curros que aparecen en mi currículo. Si bien distintos entre si, no he podido evitar percatarme de ciertos elementos/”elementos” que todos parecen tener en común.

Soy consciente de que ¨3¨ está muy lejos de ser población estadística suficiente como para sacar conclusiones aplicables a la totalidad de los curros…, pero mira tú por donde, me la voy a jugar!

·            El crack

A veces se le reconoce enseguida. Otras veces, está más discutida la cosa. En cualquier caso, reconocerás al crack porque es al que no se le discute. Cuando el crack dice “rosa claro”, todos asienten.

Que qué? que en tu curro no hay crack? Bien amigo/a, si no eres capaz de encontrar al crack de tu curro, posiblemente sea porque eres tú.  Si éste es el caso, y salvo que se vea reflejado en tu nómina, créeme que de verdad que lo siento mucho por ti! Vas a trabajar el doble que los demás, vas a tener que tomar tú las decisiones, te van a caer a ti todas las broncas (básicamente, porque todo fue decisión tuya), tu Komander no te va a dejar trabajar ni a sol ni a sombra, etc, etc.

·            El inútil

Mucho más interesante que la del crack es la figura del inútil. Porque en esto estamos todos de acuerdo: desde la China hasta el Perú, en cualquier curro que se precie, siempre habrá un inútil.

SIEMPRE.

A veces cuesta más identificarlo, otras se presenta ya el primer día. Y al igual que en el caso anterior, si no eres capaz de identificar al inútil, muy posiblemente sea porque el inútil eres tú, en cuyo caso: Enhorabuena! Sí señor, te lo has currao! Porque si eres el inútil, nadie te va a mandar tareas, nadie te va a asignar responsabilidades, nadie va a esperar nada de ti… y vas a vivir a cuerpo de rey!

El estudio del inútil en su hábitat natural es algo que me tiene abstraída desde hace varios años. A lo Félix Rodríguez de la Fuente de la oficina.

Poco a poco, iré compartiendo mis descubrimientos.

·            Meetings de la muerte

Son aquellos de los que, después de cuatro horas metidos en un habitación, sales sin haber tomado ninguna decisión, sin haber aprendido nada, sin haber entendido nada y con una sensación enorme de haber perdido el tiempo.

Eso sí, con galletas, un power point y varios (sí, varios!) punteros láser.

Ya iré colgando blogs con los meetings de la muerte más “memorables” que he tenido hasta ahora. Como para perdérselos…

·            El “contestar a todos”

Hoy sin ir más lejos. Vuelvo del almuerzo, abro el correo y zaskatraska! 37 emails! Por el amor del supremo! Qué eficientes que son mis compañeros! Dispuesta a empaparme con los recientes acontecimientos comienzo a leer:

Email 1: Estimados todos, necesitamos un meeting para decidir cómo vamos a hacer los tests de la semana que viene. Que os parece mañana martes a las 10:00?

Respuesta 1: ay, es que mañana tengo que ir a recoger mi coche, que lo dejo en el garaje a las 9:00, pero según me han dicho, como mis ruedas no tienen llantas, como poco necesitan una hora y luego entre que llego y tal... Puede ser mejor a las 11:00, pa asegurarnos?

Respuesta 2 (el organizador): Uhm, por mi bien, siempre y cuando les parezca bien a todos los demás.

Respuesta 3: A mí me va bien!

Respuesta 4: Y a mí!

Respuesta 5: Y a mí!

Respuesta 6 (la del garaje): ay, perdonad, es que no me acordaba de que a las 11:00 tengo otra reunión. Lo podemos pasar al miércoles?

Respuesta 7 (el organizador): Vale. Pero el miércoles tiene que ser a las 9:00 porque yo a las 10:30 tengo que ir a hablar con los de finanzas. Que decís los demás? Miércoles a las 9:00?

Respuesta 8: A mí me va bien!

Respuesta 9: Y a mí!

Respuesta 10: Yo el miércoles no estoy, que vienen mis suegros y nos hemos cogido el día libre para pasar más tiempo con ellos, que como viven fuera casi no ven a los niños. Pero cualquier otro día puedo, tanto por la mañana como por la tarde.

Respuesta 11 (el organizador): Venga, pues que os parece el jueves, que no lo podemos retrasar más, que el test es la semana que viene!! Jueves a las 10:00?

Respuesta 12 (la de las ruedas): A mí me va bien!

Respuesta 13 (el de los suegros): Y a mí!

Respuesta 14 (uno que aún no había dicho nada): ay perdonad, que es que estaba en una reunión y acabo de ver todo esto. No lo podemos cambiar a por la tarde? Que es que el jueves justo viene el fontanero, que ayer el pequeño no sabemos cómo encajó su chupete en el friegaplatos y oye, que estamos sin friegaplatos desde ayer y el fontanero solo tiene libre el jueves.

Respuesta 15 (el organizador): Jueves a las 14:00?

Respuesta 16 (la de las ruedas): A mí me va bien!

Respuesta 17 (el del friegaplatos): Y a mí!

Respuesta 18 (el de los suegros): Y a mí!

Respuesta 19 (el organizador): Vaya, a las 14:00 no hay ninguna habitación libre, tiene que ser a las 15:30.

[…]

Y así suma y sigue hasta que eventualmente converge a “viernes a las 10:00, aunque esté un poco pillao, que el test es la semana que viene”

Sin comentarios.

Menos mal que me acababa de tomar mi Fackitol 600mg del medio día, que si no!


¿Que por qué un blog?


Pues porque por algún sitio tenía que reventar!!!

Supongo que es igual para todo el mundo: hay épocas de tu vida en las que prácticamente parece que no te sucede nada, que vives en la monotonía, que cada día/semana/mes es un deja vu del anterior... y luego hay épocas en las que no das abasto! Pues bien, yo estoy en una de estas últimas. En honor a la verdad, por suerte o por desgracia, debo decir que de las primeras he tenido más bien pocas!

En fin, una historia como otra cualquiera: nueva ciudad, nuevo curro, nuevos compañeros, nuevo piso, Polanski, nuevos y viejos amigos, nuevos quehaceres....

Sin duda alguna, cada uno de estos episodios se merecerá protagonizar como poco un post, si no varios.... De momento, abriré boca.

Por un lado tenemos la búsqueda de piso y la mudanza, que me tuvo altamente entretenida los primeros seis meses. Bueno, en realidad, las dos mudanzas, ya que tuve que cambiar de piso nada más llegar. Sí, esto es súper reconfortante y ya te da ¨ánimos¨ desde el comienzo.

Luego está el curro, que diremos es... especial. Pero bueno, no me voy a quejar (aún) porque al menos tengo, que no es poco en los tiempos que corren.

Y por último, que ojo, no menos importante, está la irrupción de Polanski en mi vida. Así, nada más llegar, que parece que me lo regalaron al empadronarme!

Ha habido de todo: para reír, para llorar, para olvidar, para repetir, para emocionarse... y por supuesto, lo que está por llegar! Pero bueno, no adelantemos acontecimientos, que todo se andará lo que de andar es.

Así comienza servidora su nueva vida y su primer blog.