La Guía del Inútil

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A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de trabajar con mentes brillantes y auténticos fuera de serie. Compañeros a los que he tenido como referencia, cuyos pasos siempre he intentado seguir. Profesionales como la copa de un pino, de los que tanto quiero aprender.

ERROR!

Más escurridizo, incluso a veces inadvertido, nuestro amigo el inútil también siempre ha estado ahí. El futuro, señores. Me ha costado entenderlo, pero ahora lo veo como agua clara: el gran privilegiado en la biosfera de la oficina es, sin duda alguna, nuestro amigo “Yusles”.

Uno pensaría que la mejor vida siempre es la del jefe. De nuevo, “error”. Yusles llega al curro cuando llega, se va igualmente, cuando le parece. Que llega tarde a un meeting, no pasa nada. Es más, si ni siquiera aparece, tampoco. No tiene que preocuparle cómo escribir un parte porque, sorpresa, nunca le van a pedir que escriba uno. A cuerpo de rey, vamos!

El atento lector me preguntará ahora: “entonces, por qué no somos todos inútiles?” Ay, ni que fuese tan sencillo! Lo mejor para ser inútil, al igual que millonario, es nacer. El inútil nato siempre será superior en todos los aspectos. No debemos aspirar a alcanzarles porque, insisto, es inútil. Sin embargo, en estos nueve años en los que he podido estudiar a Yusles en su hábitat natural, he aprendido que el sujeto en si desarrolla ciertas pautas según la circunstancia en la que se encuentre.

Entusiasmada por los descubrimientos intenté documentarme, busqué desesperadamente literatura al respecto, consulté todas las publicaciones que encontré en la red…, pero nada. Hasta ahora nadie parece haberse interesado por el tema. Así pues, he decidido tomar la iniciativa y presentar aquí capítulo a capítulo, mi obra maestra, resultado de nueve años de intensa investigación:

La Guía del Inútil [GDI]


El mundo está a punto de cambiar...

Polanski


Desde hace unas semanas Polanski es co-arrendatario de estos 48 metros cuadrados en los que tan a mis anchas me he sentido. No es que ahora no me sienta a mis anchas…sí, pero la mitad de anchas! Porque si lo piensas, 48 entre dos tocamos a 24 metros cuadrados cada uno que, echando la vista atrás es casi como en mi piso de estudiantes. Vamos, que he vuelto a la universidad.

Pero bueno, al menos la criatura se está adaptando bien a la disciplina cuasi-militar que se aplica en mi, digo, “nuestro” piso. Por ejemplo, sin mostrar clemencia alguna me he impuesto y le he prohibido (sí, prohibido!) tajantemente que guarde la bolsa de muesli sin ponerle una pinza. En ello está y la verdad es que progresa adecuadamente… aunque alguna vez se haya desviado del procedimiento y mi, digo, “nuestra” cocina haya acabado cubierta por esa capa de muesli tan fácil de limpiar…

Luego está el cajón de los calcetines: ésta es una batalla que voy perdiendo, por ahora. El cajón de los calcetines de Polanski es una marea de azúl, marrón y negro (sí, al menos no hay rosa). Si metieses la mano en ese cajón y sacases dos calcetines iguales, estarías presenciando un milagro.


La mudanza


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De haber empezado por el principio, hubiese comenzado por explicar esa gran aventura que fue mi mudanza.…Pero es que, solo de pensarlo, me agoto.

Ya me lo avisaron. Todos. “Mira que encontrar piso en la capital bávara esta jarto complicao”. Pero servidora, que no se deja apabullar por exageraciones y voz pópuli, urdió un astuto e infalible plan: “me cojo  un piso de esos que se cogen por meses y con tres meses malo será que no encuentre na”.

Ay madre del supremo! Que poco me imaginaba yo la que se me venía encima!!! Encontrar piso en Munich, no es que sea difícil no, es que roza lo imposible!!

Os explico como funciona, para los que hayáis tenido la suerte de no experimentarlo: en Munich el 99.99% de los pisos va por inmobiliaria. El de la inmobiliaria, en esa labor extenuante que realiza, cuelga un anuncio en internet, se va a por un café y cuando vuelve lo descuelga. En esos diez minutos ha recibido 157 solicitudes. Empieza a abrir emails hasta que tiene a diez candidatos que ganan lo suficiente como para ser dignos del piso en cuestión (aunque sea un zulo). Los otros 131 emails los elimina.

Con los diez elegidos queda el martes a las 14:00 para ver el piso. No hay negociación. Si no puedes te jodes. “Es que tengo que trabajar”. Te jodes. “Es que ese día estoy fuera”. Te jodes. “Es que… “.Pi, pi, pi, pi.

De los diez elige a uno y ya está. Fin de su función. Zaskatraska, un riñón pal de la inmobiliaria.

Esto significa que, si quieres triunfar, tienes que estar a tiempo completo delante del ordenador dándole a refrescar a la página de los pisos. Si aparece algo que se adapta a lo que buscas, ni lo leas, dale a “Enviar solicitud”, ya tendrás tiempo de leerlo más tarde. Acto seguido, llama…. por si suena la flauta y te cogen el teléfono.

Empiezas tiquismiquis: es que éste no tiene ventanas, es que éste no tiene agua corriente, es que a éste le falta una pared, es que éste tiene la bañera en el salón…. Pero después de un mes de búsqueda, qué le falta una pared? Eso lo arreglo yo con hueveras de cartón y listo!!!

Tres meses duró mi odisea! Hasta que por fin, al borde de lo verosímil, un día, cuando ya había perdido la fe, la calma y la esperanza, aparecieron esos 48 metros cuadrados que decían que me querían! a mi!!. Un palacio me pareció aquello dadas las circunstancias.

Y así se asentó servidora. No me mueven ni a pedradas de este piso.

Komander


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Mi Komander es un tío super organizao. Es más, hiperorganizao diría yo. Allá donde va siempre lleva alguna agenda: o la tablet, o el smartphone, o el laptop del curro, o el suyo. Siempre. Eso sí, cada uno con su servidor, todos distintos y todos sincronizados. Que si no sería muy sencillo. Yo estoy segura de que cuando le suena el despertador se le enciende la cafetera, que seguro que también está sincronizada.

Eso sí, a las reuniones no llega. “Dramatización” de lo sucedido esta misma mañana:

-       (riiing, riiiing) Komander, que estamos aquí esperándote.
-       Esperándome?
-       Sí, el meeting. Te acuerdas que te mandé la invitación?
-       Uhm, que raro, no me aparece en el calendario….
-       Vaya. Puedes venir aún. Y por favor, te traes la lista de entidades.
-       Ah, es verdad! Que tenía que prepararla…
-       Déjame adivinar, se te ha desacompasado el recordatorio de la tablet, a que sí?

Yo no es que sea un ejemplo a seguir, pero oye, mi  “sofisticado” sistema organizativo rara vez me falla. Consta de tres elementos:
·           Calendario
·           Post-its
·           Cerebro
 siendo este último el encargado de dirigir mis órganos visuales hacia los otros dos.

Lo admito, no es cool ni hightech…, pero a los meetings, llego.

El tráfico de aceite


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Nueve años en el “exilio” dan para mucho. Dicen que la necesidad hace maestros y aquí necesidad hay mucha: de jamón serrano, lomo ibérico, chorizo, salchichón, aceite de oliva (de almazara, por supuesto), turrón,… hasta si me apuras de atún en lata, que de verdad que es que no sabe igual!

Al principio pues hacía lo que todos: una vez me traía esto, otra vez aquello, intentando siempre no violar los sagrados límites del peso de equipaje.

Con el tiempo, me he ido perfeccionando. Ahora ya viajo a España directamente con las maletas vacías, que el día menos pensado voy a levantar sospechas en el aeropuerto y vendrán a preguntarme que qué estoy tramando. Esto implica que tengo que tener todo reduplicado en casa de mis padres: cepillo de dientes, pijama, ropa para toda la semana (es decir, toda esa ropa que ya ni me viene pero insisto en conservar), un par de zapatillas, desodorante… que no queremos malgastar espacio de aceite con desodorante!

Cuando llego allí ya mi madre suele tener un buen surtidito preparado para que se lleve la niña-ay-pobrecita a la Germania. Paso primero y más importante: decide que es lo esencial para ti, porque eso será lo que viaje en el equipaje de mano, que luego las maletas se pierden, “dónde está mi jamón?”, “no sé de qué me estás hablando”… en fin, ya sabemos cómo va la historia. Sé que elegir entre el jamón y el queso manchego es un poco como elegir entre papa y mama, pero todos sabemos a quién elegiríamos. Yo, jamón. Siempre.

Entonces y solo entonces empieza el arte del tetris aplicado al equipaje. Es un proceso iterativo: encajas bienes en la maleta, cierras, pesas, pones o quitas, cierras, pesas… y así hasta que converja. Si bien es cierto que lo suyo es llegar al límite sin pasarse, yo normalmente tiro a pasarme. Que por qué? Muy sencillo: porque todos tenemos un buen día de vez en cuando, incluido el personal del mostrador de facturación… y mira que si fuese el caso y te dejan pasar, digamos, cinco quilitos más? A servidora señores, le ha pasado. También es cierto que más de una vez me han dicho que “ni de coña”, en cuyo caso abro la maleta, saco el hatillo-auxiliar-por-si-las-moscas, se lo doy a mis padres para que lo disfruten “a mi salud” y santas pascuas.

Para que veáis que a veces cuela, he aquí el más grandioso ejemplo que jamás he experimentado: 28 de diciembre de 2011, servidora levanta como buenamente puede el maletón lleno de naranjas y lo deja caer sobre la cinta, a la vez que se apresura a indicar: “ventanilla por favor”. Sin levantar la vista del ordenador, aquel maravilloso trabajador anónimo contesta: “voy a hacer como que no veo lo que pesa esa maleta”, y me da mi tarjeta de embarque mientras la cinta engulle los 32 kilos de maletón.

No lo pude evitar, abrí la maleta de mano, también a rebosar de naranjas, y le di una. Porque el que siembra, recoge.



A los puristas del idioma


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A mis queridos amigos los puristas de la lengua cervantina, desde ya os digo: tenéis razón.

Si bien hubo tiempos mejores, reconozco que nunca merecí un sillón de la RAE. Desde luego la expatriación no ha ayudado y el popurrí idiomático en el que vivo, tampoco.

Así pues, pido disculpas de antemano por todos esos diacríticos ausentes, por los errores en el uso de los signos de puntuación, por los pronombres demostrativos que pueda acentuar como adjetivos y por las demás aberraciones de las que ni yo ni el autocorrector somos conscientes.

Prometo en cualquier caso ir mejorando con la práctica. Para ello cuento con una gran herramienta en mi mesilla de noche: mi libro de lengua castellana de octavo de EGB.

Ahora bien, no pido perdón por todas esas exclamaciones e interrogaciones que cierro sin haber abierto antes (excepto en el primer post, para quedar bien). Tampoco por el uso indiscriminado de anglicismos. Está mal? Sí. Pero en la república independiente de mi blog no se abren interrogaciones, que para eso ya está la vida.