GDI: La bola de nieve

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Hoy venía dispuesta a publicar el tercer capítulo de la Guía del Inútil, pero me he visto obligada a interrumpir mis publicaciones regulares para presentar, en primicia, la última y novedosa técnica de escaqueo desarrollada por Yusles, descubierta y sufrida por servidora muy recientemente. Cuando crees que ya lo tienes calao, te sale con ésto. Pone los pelos de punta, ya lo veréis. La he bautizado: “la bola de nieve”.

La elaborada "jugada" se efectúa en tres fases:


1) Camaleónica

Coincidiendo con una alineación planetaria, una serie de marrones parecen dirigirse peligrosamente rumbo a Yusles. Sintiéndose acorralado (y sin quedarle otra), el individuo entrará en modo camaleónico: actuará como que realmente le importa y es capaz de su trabajo. Asumirá responsabilidades, aceptará los marrones uno detrás de otro. Cuanto más importantes y más urgentes, mejor.

Este comportamiento inquietante y turbador deberá levantar nuestras sospechas... y a muy buena hora, porque esta fase es la más importante y la única en la que tú, observador "pasivo", puedes desmontar la estrategia. Si no la interrumpes aquí, te estamparás con la bola de nieve.

2) Sangre fría

Por supuesto, porque por mucho que se vista de seda Yusles useless se queda, los marrones, lejos de solventarse, quedarán ahí aparcados, formando una bola que crecerá con el tiempo cual bola de nieve cayendo colina abajo. Las fechas de entrega se acercarán más y más y Yusles, con toda la sangre fría del mundo, dejará que la bola crezca a la par.

Esto lo sabes tú porque le conoces y sabes que algo huele raro. Para el resto de incautos Yusles es un tío súper capaz y súper comprometido, todo iniciativa. 

3) Puntilla

Pero ninguna bola de nieve se para en la pendiente. Tarde o temprano la bola te va a dar, y bien de lleno! Apurando su sangre fría Yusles nos mantiene en vilo hasta que las fechas de entrega están peligrosamente cerca y entonces, cuando ya tiene la soga al cuello, zaskatraska, la puntilla: se pone enfermo!

Me quito el sombrero.

Con todo lo que había trabajado el pobre en todos y cada uno de los marrones! Los tenía casi acabados. Y ahora, qué lástima, nos toca continuar a nosotros porque el pobrecito mio ha enfermado, sin tan siquiera tener la oportunidad de pasarnos lo que ya tenía hecho.

Me intereso por su situación: 
  • Y qué te ha pasado? 
  • Pues he debido pisar algún cristal o algo y resulta que tengo un corte en el pie derecho. No puedo andar. [Es que Yusles por no currar, no se curra ni la excusa] 
  • Ah, no pasa nada, yo voy a buscarte. 
  • Y cómo voy del portal al coche?
  • Te llevo a coscaletas. [o “a coscos”, o “a borricate”... como se diga en tu pueblo]
  • Cómo me vas a llevar a coscaletas!??
  • Pues te llevo el portátil a casa.

Da igual, tiene respuestas para todo. Con un corte en el pie nadie puede teclear. Está científicamente demostrado.

Un maestro, no hay otra palabra. Yo no sé a ti, pero yo, lo dicho: los pelos de punta.


Sobre rueda(s)

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Vivir en una de las ciudades más seguras del mundo tiene muchas ventajas. Qué digo muchas, muchísimas! Puedes pasear tranquilamente de madrugada, no necesitas mirar a izquierda y derecha antes de abrir la puerta del portal de tu casa, cosa bastante de agradecer para una paranoica como yo. En fin, que puedes vivir relativamente tranquila.

Pero claro, mantener estos estándares de seguridad ciudadana cuesta lo suyo y te puede patrocinar situaciones surrealista-festivas como la que me ocurrió la semana pasada. La cosa empieza mal: en la susodicha ciudad, así, sin venir a cuento, me roban la flamante rueda delantera de mi no tan flamante bici de segunda mano (mea culpa, por no atarla). Qué os voy a contar, no me hizo ninguna gracia. Lo que menos, la vuelta a casa con la bici a cuestas... 

Y es aquí donde empieza lo "bueno": si tú eres el cuerpo de seguridad del estado y estás patrullando tranquilamente tu zona y ves a una enemiga pública número uno como yo, con "antecedentes" y todo, paseando con una bici sin rueda, qué piensas? Pues eso mismo pensaron ellos: que venía de robar la bici, con el cuerpo del delito nada menos!
  • Esa bici es robada.
  • No señor agente, la bici es mía, lo que ya no es mío al parecer, es la rueda.
  • Sí, claro. Recibo de compra de la bici?

Mano derecha a bolsillo derecho del pantalón. Mano izquierda, al bolsillo izquierdo. Y ahora los de la chaqueta. Y dale a tu cuerpo alegría...(uy, perdón, que me voy por los cerros). Que no, que aquí tampoco está. Cómo se me ocurre salir a la calle sin el recibo de la bici!!
  • Mire señor agente, es que hoy me pilla sin el recibo encima, pero si le parece bien, vivo aquí al lado, así que si quiere, viene usted y le busco el recibo.

Le veo dubitativo. Sé lo que está pensado: “podría ser una trampa”. Se toma su tiempo, pero eventualmente accede a mi oferta, eso sí, pidiendo refuerzos por si resulto pertenecer al crimen organizado y tengo un arsenal en casa. Más vale prevenir que curar, di que sí!

Total, que allí estoy yo en el salón de mi casa, con tres policías sentados en el sofá, buscando el recibo de la bici, en la que sin duda alguna pasa directamente al pódium de las escenas más surrealistas de mi vida. Si llega Polanski en ese momento, se muere del susto!

Lo imposible: encuentro el recibo.
  • Esta bici seguro que es robada! Cómo no sospechaste con ese precio?
  • [ a cuadros yo]
  • Eh?
  • Pues mire señor agente, baratilla es, pero cómo me voy a imaginar yo que una tienda que vende bicis (y da recibo de compra!) en plena calle, por cierto al ladito de la comisaría, me va a vender una bici robada...
  • A comisaría, a comprobar el número de bastidor.

Los tres agentes, servidora y el cuerpo del no-delito, a la comisaría. Escoltada, por si me da por escapar a mi archiconocida “velocidad punta”. Bolt, mi segundo nombre. Si es que, hay que jo&d$#se.

Se llevan mi bici a la "sala de las autopsias". A la media hora, vuelven.
  • Pues ya está todo, puede irse.
  • Entonces, no es robada?
  • Eso tenemos que investigarlo. [Traducción: no, no es robada, pero nos da palo reconocerlo después de la que te hemos liao]

Ya estaba yo casi que con un pie en la calle, cuando me asalta el sentido de la eficiencia: 
  •  Señor agente, ya que estoy aquí, podría denunciar el robo de una rueda?