La República de Polonia, país situado al este de Alemania, miembro de la unión Europea y cuya población ronda los 38 millones y medio de habitantes. Cuna de la única persona del mundo en posesión de premios Nobel en distintas especialidades, que, recordemos, se trata de una mujer. Casi igual de importante, cuna también de Polanski (esto último no viene en wikipedia), motivo por el que he añadido Polonia a mi lista de regular peregrinage.
Anoche volvimos de pasar unos días allí. No era la primera vez que iba, ya he estado varias veces, y cada vez que voy me sorprende más cómo una nación con una latitud tan próxima a la germana, puede tener una mentalidad tan próxima a la española. Nada tiene que envidiar el Lazarillo de Tormes al de Varsovia! Pero esta visita ha sido distinta. Por qué?, os estaréis preguntando... Pues porque ahora “hablo” polaco... [silencio, solemnidad, tensión en el aire, estepicursor rodando, graznido de cuervo] Sí, eso es lo que Polanski les ha dicho a sus padres.
Y ahí estoy yo, con mi (futura) suegra, entablando conversación. Naturalmente no entiendo todo lo que me dice. Pillo una palabra por aquí, otra por allá e interpolo. En mi cabeza nuestras conversaciones se suceden así:
- Dime Servidora, qué opinión te merece el resultado de las recientes elecciones en India?
- Esto es mesa. Eso es ventana. La ventana es blanca.
- Entiendo. Y dime, qué planes tenéis para este verano? Os vais de vacaciones a algún sitio?
- Café, por favor. Sin leche.
- Y que tal en el trabajo?
- A las siete y media.
Luego está mi (futuro) suegro, tal vez más consciente de mis limitaciones idiomáticas. De cada dos frases que me dice, una siempre es “quieres arándanos?” Me estaba preocupando un poco esa fijación con los arándanos, pero luego me enteré de que Polanski le había dicho que me gustan mucho. Vamos, “exageración parental”, como mi madre, que cada vez que viene Polanski a casa le persigue todo el día con una loncha de jamón...
Lo que más me gusta de mis visitas a los Polansky es la degustación de los manjares caseros súper bio preparados por mis suegros (mi vocabulario culinario es sobresaliente!). Precisamente light no es, y por supuesto como buenos padres me ceban todo lo que pueden y más y tengo que probarlo todo aunque reviente... y yo que soy tan sacrificada... y está todo taaaaaaaaaaaan rico! Me podría pasar el día comiendo pierogi, uno de cada y luego volvemos a empezar... Y la carne, y las salsas, y los postres... Todo por la causa! Si una tiene que sacrificarse, se sacrifica!
Pero llegamos al único “contra” nacional... que en sí, no es un contra... lo es solo para mi ego. Quiero preguntar y pregunto: exactamente qué proporción de mantequilla y carnaza incluye la dieta polaca para que las mujeres de este país carezcan de celulitis, lorzilla y cartucheras? Mi (futuro) cuñao no ayuda. Su novia de este mes, modelo. La del mes pasado, modelo. La de mayo, no era modelo pero porque no querría, porque atributos tenía de sobra! Todas me sacan un palmo.
Menos mal que yo siempre veo la rosa y no la espina (Kahlil Gibran), el vaso medio lleno (mi abuela), la oportunidad en toda dificultad (Winston Churchill ), y fackitol (Servidora Tedesca) también. En lugar de traumatizarme, prefiero darle la vuelta a la tortilla: yo no soy bajita-gordita-celulítica-acneica-estriada. Yo soy “exótica” en Polonia.
Zanjando y concluyendo mi crónica polaca, os dejo con la moraleja de esta historia [sí, hoy la historia tiene moraleja]: las blueberries son arándanos azules en castellano, cuantos más pierogis comas, mejor y el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija (que siempre es bueno recordarlo).
Zanjando y concluyendo mi crónica polaca, os dejo con la moraleja de esta historia [sí, hoy la historia tiene moraleja]: las blueberries son arándanos azules en castellano, cuantos más pierogis comas, mejor y el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija (que siempre es bueno recordarlo).