Bárbara

Imagen de pixabay.com
Tras la entrañable estancia en el hogar paterno y con el periodo crítico de re-convivencia bien excedido, retornas a la Germania. Aterrizas con las pilas (y las cartucheras) bien cargadas, con tus 18 kilos de naranjas en la maleta y con todos esos propósitos de año nuevo: ir a correr todas las semanas, dedicar más tiempo al polaco (aquí no me refiero a Polanski no, sino a su bendita lengua materna...), leer más, comer más sano, cabrearme menos con Komander... En fin, lo típico, dispuesta a comerme el mundo!

Llegas a tus 48 metros cuadrados que llevan sin saber de la calefacción diez días. Efecto nevera. No te puedes quitar la chaqueta hasta pasadas dos horas. Pero no pasa nada porque ahí estáis tú y tu positivismo y eventualmente Polanski, que llega justo cuando alcanzamos la temperatura de habitabilidad (haylos afortunados!), también cargado de buenos propósitos... y regalos! Se puede pedir más? Tan motivados estamos que decidimos ir a correr ya a la mañana siguiente, para ir haciendo hábito.

Admito que el positivismo no se ve igual por la mañana temprano. Pero como no puedes tirar la toalla el primer día de la operación 2014-fit, pues sacas todos los bártulos y te preparas para la acción. Cuando por fin estás tú ya en modo Rocky Balboa, preparada para afrontar la dura cuesta arriba (en el sentido más literal de la palabra), abres la puerta y, a lo cubo de agua fría, te topas con Bárbara!

Dejadme que os la presente: Bárbara es la encantadora señora que se encarga de que nuestra escalera reluzca. Aproximadamente un metro setenta, unos 100 kilos de peso y esa expresión entre amenazadora y letal. La llamo Bárbara no por preservar su identidad, sino por preservar la mia ante el riesgo de preguntarle su nombre! Bárbara siempre tiene esos gestos para contigo, informándote de lo inapropiado que resulta pisar donde ha fregado o interponerte a su paso con la aspiradora.

Es demasiado tarde. Resulta imposible esquivar su mirada, así que mientras sigilosamente nos acercamos al ascensor intentando pisar lo menos posible su suelo fregado, pronuncio un tímido “feliz año nuevo” con la esperanza de que nos perdone la vida. Pero no, Bárbara no entiende que no hayamos levantado el vuelo para llegar al ascensor. La veo negar con la cabeza mientras la vena de su cuello comienza a hincharse, su mirada inyectada en sangre. Finalmente abre la boca para decirnos...

Lo que sucedió a continuación no va a ser narrado porque los niños también pueden leer ésto y servidora no quiere herir sensibilidades. Por propósitos blogísticos, supondremos que Bárbara contestó: “Feliz año nuevo para vosotros también”.

La realidad es que no habían pasado ni 32 horas de 2014 y ya me tuve que tomar el primer Fackitol del año. Este 2014 promete!

Feliz año a todos!!

4 comentarios:

  1. Feliz Año, Barbara!
    Digo... Feliz Año, Servidora! ;)

    ResponderEliminar
  2. Has probado con un billete de 50 de mano a mano disimuladamente, al más puro estilo "soborno español"?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, pero... es que los sobornos no los cubre el alquiler? Con estos precios yo pensaba que era un "todo incluido"! Aún estoy esperando a que me pongan la pulserita...

      Eliminar
  3. Jajajaja me meooooo!!!!!

    ResponderEliminar