Albóndigas con tomate

No es que se me de mal. Tampoco se me da bien. Yo diría simplemente, que no se me da. Y es que desde que el tiempo es tiempo, a mi siempre se me han ocurrido unas doscientas ochenta y tres mil cosas mejores que hacer que cocinar. Así sobreviví mis tiempos universitarios. A base de sandwiches de salchichas Frankfurt con ketchup, latas de atún y pasta, mucha pasta. Lo más cercano a cocinar que practiqué fue la extracción de pizza de congelador y posterior inserción en horno (lo tenía y tengo masterizado!) 
Image courtesy of Apolonia / FreeDigitalPhotos.net
Total, que ahora, con esto de que somos dos y Polanski de vez en cuando (muy de vez en cuando) me obsequia con delicatessens polacas, pues como que me va picando el gusanillo y he decidido comenzar con la experimentación culinaria.
En respuesta a un plato súper delicado polaco basado en hígado, manzana y cebolla para aburrir, y aprovechando la inmensa adaptación de Polanski a la cocina española, he decidido preparar unas albóndigas con salsa de tomate. Para ser exactos, fue justo cuando pasaba por la sección de cárnicos del supermercado que lo decidí: “voy a comprar carne picada y así hago unas albóndigas”. Eso es lo que le he oido decir a mi madre cientos de veces y, al día siguiente, aparecen unas albóndigas pachuparse los dedos. No sé qué hice mal... En fin, mejor no adelantarme a los acontecimientos.
Sábado por la mañana, servidora se pone manos a la obra. Rallo el tomate, frío el tomate. Corto cebolla, frío cebolla. Todo a la olla. Hasta aquí bien. Cojo la carne picada y hago bolas. A puntito estaba de echarlas a la sartén, cuando me atacó un atisbo de lucidez que me hizo llamar a mi madre para que me diese el visto bueno.

  • Hola mama!
  • Anda, mira que bien, justo quería yo que me corrigieses unos deberes de matemáticas...
  • No, mama, espera, que ahora no puedo. Estoy haciendo albóndigas
  • Albóndigas? Congeladas?
  • No mama, las estoy haciendo yo! He comprado carne picada.
  • [silencio al otro lado de la línea]
  • Mama?
  • Sí, sí hija, aquí estoy. Qué le has echado a la carne?
  • Sal y pimienta
  • Ya, pero para hacer las albóndigas?
  • Carne? [Lo admito, podría haber hecho uso de internet previo a la lista de la compra ...]
  • Sí bueno, pero tendrás que añadirle el huevo, el pan, el peregil y unos piñones...
  • Uhm. No tengo ni huevo, ni peregil, ni por supuesto piñones, pero tengo aquí unas rebanadas de pan de molde...
  • [más silencio] Y para la salsa? Qué le has echado a la salsa?
  • Tomate y cebolla
  • Podrías freir una hojita de laurel...  
  • Mama, conociéndome no sé como puedes ni tan siquiera pensar que una hoja de laurel haya jamás entrado en mi cocina! [es más, si tengo cocina es porque venía con la casa] 
  • Bueno, con tomate y cebolla también estará bueno...
Algo desalentada vuelvo a mis bolas de carne dispuesta a adentrarme en el campo de la improvisación y a hacer malabarismos con todo ingrediente no caducado que pueda encontrar en mi cocina. Detrás de las manzanas, algo mustia, encuentro una patata. A la cazuela! En uno de los cajones aparece medio ajo. A la sartén con las albóndigas!! Y como siempre he visto en la tele que estas cosas se arreglan con vino, le echo media botellita a la salsa. 
En fin, supongo que el atento lector no necesitará mucha más información sobre los hechos para hacerse una idea de lo que salió de aquella cazuela. Ves las albóndigas de la foto? Pues nada que ver!
Y allá va mi pobre cobaya, en lo que no puede ser considerado más que una muestra extrema de agradecimiento, y me dice: uhm! Que ricas las albúndigas!
Solo espero que Polanski haya olvidado esta experiencia para cuando pruebe las albóndigas de mi madre, y no pueda comparar...

4 comentarios:

  1. Servidora, cuando no se sabe cocinar hay que seguir tres reglas básicas que todo el mundo sabe:
    1. Tener una receta
    2. No improvisar nunca, NUNCA
    3. Menos es más
    Y por cierto, vale que no tengas laurel, piñones o pan rallado, pero un huevo???? Me preocupas...

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    1. Sabes, normalmente intentaría excusarme, dar una explicación, una justificación, un algo... Pero no. Soy un desastre mayúsculo cuando de cocinar se trata. Propósitos a partir del lunes: ir al supermercado dos veces por semana. Comprar huevos. Comprar piñones. Averiguar como se dice laurel en alemán.
      A ver si la próxima vez sale algo mejor... O por lo menos, sale!

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  2. Yo tampoco soy un fan de la cocina y después de meses de hacer de pinche para mi alemana descubrí que no conocía un complejísimo plato típico de la cocina española: la tortilla francesa!
    Por lo cual secundo la moción de que hay que tener huevos en casa y dejar que el aprendizaje vicario de años de ver batir los huevos haga el resto :)
    En cuanto al laurel tampoco hay que dejarse llevar por el pánico, que yo cuando vi el precio de la hoja estuve a punto de comprarme una planta entera y empezar un negocio familiar ... Menos mal que la segunda parte contratante de la parte contratada me paro los píes ... Seguiré con mi pradera de Schnittlauch en expansión

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    1. Pues que idea me has dado: igual tengo que expandir el "negocio" del tráfico de aceite... al tráfico de laurel! :-)

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